El sueño, clave para una vida saludable y equilibrada

El sueño, ese período de descanso vital para nuestro bienestar físico y mental, es fundamental para mantener una buena calidad de vida. A menudo subestimado en la sociedad moderna, el sueño desempeña un papel crucial en diversos aspectos de la salud y bienestar.

Desde la reparación y regeneración de tejidos hasta la consolidación de la memoria y el aprendizaje, el sueño juega un papel integral en numerosos procesos fisiológicos y cognitivos.

“Un sueño reparador es un marcador de buena salud física y mayor bienestar psicológico. La privación o falta del sueño contribuye a una serie de cambios moleculares, inmunes y neuronales que desempeñan un papel importante en el desarrollo de múltiples enfermedades. Dormir menos de seis horas o más de nueve horas, aumenta el riesgo de muerte temprana”, indica Maribel Gutiérrez Elías, médico anestesiólogo y docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Este viernes 15 se celebra el Día Mundial del Sueño. Promovido por World Sleep Society (WCC), la actividad busca generar conciencia sobre la importancia del sueño en la salud y el bienestar de las personas.

Por qué es importante

El sueño es un proceso fisiológico vital, cíclico, complejo y activo que funciona en ciclos de dos fases: el movimiento ocular rápido (MOR) y el sueño sin MOR. El ciclo se reinicia cada 80 a 100 minutos y, por lo general, se atraviesan de 4 a 6 ciclos por noche.

Tiene una periodicidad circadiana de 24 horas. El tiempo de sueño recomendado en la etapa adulta es de 8,2 horas.

La académica explica que existe una estrecha interrelación entre los procesos del sueño y el estado general de salud física y psicológica de una persona, debido a su función restauradora, ya que ayuda en la reparación celular del daño causado por procesos metabólicos.

Durante el sueño, el cuerpo se dedica a la reparación de tejidos dañados, la consolidación de la memoria y la eliminación de toxinas acumuladas durante el día, lo que contribuye a un sistema inmunológico fuerte y a una mente clara y enfocada.

Asimismo, tiene una función protectora ya que restaura el sistema inmunológico. “Las alteraciones del sueño afectan la inmunidad adaptativa e innata y desempeñan un papel en el riesgo de enfermedades infecciosas, cáncer y trastornos relacionados con la inflamación. Permite también la reorganización funcional de los circuitos neuronales de manera que resulten más efectivos”, según Gutiérrez.

Además, está estrechamente relacionado con la salud mental y emocional. La falta de sueño puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión, y afectar negativamente el funcionamiento cognitivo y emocional.

Por otro lado, un sueño de calidad está asociado con una mejor capacidad para manejar el estrés, regular las emociones y tomar decisiones informadas.

La importancia del sueño se extiende también a la salud cardiovascular y metabólica. La falta crónica de sueño se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes tipo 2 y obesidad.

En la etapa adolescente, la pérdida de sueño produce una disminución en el rendimiento neurocognitivo y fisiológico. En cambio, un sueño reparador mejora la capacidad de recordar el lenguaje hablado, memorias espaciales, patrones auditivos, habilidades motoras e información factual.

En adolescentes y niños beneficia la adquisición de conocimiento, su consolidación, la recuperación de la memoria y ayuda a reforzar los conocimientos adquiridos durante el día.

7 razones para dormir bien

Gutiérrez menciona siete razones sobre la importancia de conciliar un buen sueño en horas de la noche:

Las personas que duermen entre 7 a 8 horas al día tienen menores riesgos de mortalidad, tras controlar una amplia gama de variables.

Ayuda a conservar y asignar temporalmente energía a funciones básicas como el crecimiento, el mantenimiento y la reproducción.

Permite eliminar metabolitos tóxicos del cerebro mediante el llamado «sistema glifático», la vía de limpieza del sistema nervioso central.

Mejora el rendimiento físico y mental en el ámbito académico, deportivo y laboral.

Previene el desarrollo de enfermedades cardiovasculares: hipertensión, enfermedad coronaria o accidentes cerebrovasculares.

Previene enfermedades metabólicas como sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus tipo 2.

Promueve una adecuada salud mental, en relación a la depresión, la ansiedad o problemas de abuso de alcohol, drogas y nicotina.

A pesar de su importancia, muchas personas no prestan la atención adecuada a sus hábitos de sueño. El estilo de vida agitado, el estrés, el uso excesivo de dispositivos electrónicos y los horarios irregulares pueden interferir con la cantidad y calidad del sueño, lo que lleva a un ciclo perjudicial de privación de sueño y deterioro de la salud.

Vivimos en una sociedad de 24 horas en la que cada vez se exigen más horas de trabajo, la nocturnidad es una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo debido a un incremento de la exposición lumínica (luz artificial, luz de dispositivos móviles), que bloquea totalmente el funcionamiento del reloj biológico (cronodisrupción) que afecta progresivamente la salud.

“Es de suma importancia garantizar una cantidad y calidad adecuada de sueño para la prevención de enfermedades. Y desarrollar estrategias de concientización sobre la higiene del sueño y su repercusión en la calidad de vida”, manifiesta.

También es importante adoptar hábitos y prácticas que favorezcan un descanso reparador. Esto incluye mantener un horario regular de sueño, crear un ambiente propicio para dormir, limitar la exposición a pantallas antes de acostarse, y practicar técnicas de relajación como la meditación y la respiración profunda.

El sueño, finalmente, es un componente esencial para una vida saludable y equilibrada. Priorizar el descanso adecuado no solo mejora la salud física y mental, sino que también ayuda a vivir una vida más plena y satisfactoria.

Por: Lily Zurita