Intercambio, integración y empatía, los tres valores principales de la internacionalización

Estudiar fuera de las fronteras de un país puede ser una experiencia emocionante y, al mismo tiempo, difícil. Dejar el hogar, así sea por una temporada, supone un choque, un viaje a lo desconocido, pero también una oportunidad de hacer nuevos contactos y aprender en un contexto diferente.

La internacionalización de la educación busca integrar a estudiantes de diferentes contextos, y hacerlos parte del mundo que todos compartimos, fomentando el intercambio cultural y la empatía entre personas de diferentes latitudes.

Esta característica hace de la internacionalización una poderosa herramienta que las instituciones educativas del mundo tienen para incluir en sus ofertas académicas.

Los retos, escenarios y acciones de la internacionalización de la educación superior fueron abordados en el marco del V Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2024), evento organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz en un panel moderado por Reinaldo Cifuentes, coordinador general de RAUI América y que contó con la participación de importantes expertos nacionales e internacionales.

Internacionalizarse no solo nivela conocimientos, sino que también es una plataforma para el crecimiento personal. Estudiar en el extranjero brinda a los estudiantes una vivencia que forma individuos con habilidades blandas y sociales esenciales para enfrentar los desafíos de un mundo en constante evolución. Creando un ambiente de colaboración que promueva el libre intercambio de ideas, innovación, creatividad, investigación y alta capacidad de liderazgo.

En este marco, el secretario general ejecutivo de la Organización Universitaria Interamericana (OUI), David Julien, indica que la internacionalización de la educación superior es un componente pedagógico de impacto global.

“Más allá de los beneficios obvios del componente cultural y el mejoramiento de la calidad académica que resulta de estos programas, es importante valorar la equidad, diversidad e inclusión de los planes de estudio que relacionan a universidades y estudiantes de diferentes latitudes. Por eso es primordial confeccionar programas académicos que generen mentes disruptivas que motiven los cambios de paradigmas e inspiren a quienes comienzan a incursionar en estos modelos”, expresa Julien.

Además, recuerda que en Ecuador, Colombia y Chile, entre otros países, las principales universidades desarrollaron programas de internacionalización a partir de redes nacionales que reunieron a las instituciones, de manera que aseguraron su reconocimiento ante las autoridades locales para potenciarse.

Este modelo, ahora replicado en otros países, permitió la integración de las instituciones de educación superior, primero dentro de sus fronteras y luego con otras redes en los países vecinos, pero también con instituciones en otros continentes, permitiendo un intercambio fluido, no solo de conocimientos, sino también de culturas.

“La transición del mundo estudiantil al laboral deja de ser un choque y pasa de la teoría a la práctica. La internacionalización permite trabajar la adaptación al cambio, a nuevos paradigmas y prepara al estudiante para el trabajo”.

Julien remarca que la Organización Universitaria Interamericana integra 28 países de la región y que alberga a más de 400 universidades.

Intercambios

“Tenemos mucho que compartir, nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestro patrimonio, pero también mucho que aprender. La internacionalización nos permite tener estos intercambios, es un aprendizaje mucho más equilibrado porque hay ganancia de ambas partes. Es importante generar espacios como éste, donde tenemos a talento boliviano sentado junto al talento internacional, todos por igual en la misma mesa y sin jerarquías, para nosotros es vital”, señala Verónica Ágreda de Pazos, secretaria académica de la Asociación Nacional de Universidades Privadas (ANUP) y rectora de Unifranz.

Ágreda apunta que los procesos educativos de internacionalización, además, suponen la generación de empatía, ya que, a veces es necesario escuchar al que piensa distinto para saber si vamos a repensar nuestras posturas o si la vamos a reafirmar.

“Los programas de vinculación de la educación nacional con la extranjera permiten entender qué elementos de los modelos extranjeros son potables para su aplicación en el contexto local, y qué componentes no son necesarios. La búsqueda de la consolidación de los modelos educativos internacionales hizo que la universidad haya implementado dinámicas y espacios como el FabLab Santa Cruz, sede en la que cohabitan otras 19 casas de estudios superiores para generar soluciones de impacto social, ambiental y global”, agrega.

El rector de la Universidad NUR, William Shoaie, también pondera la importancia de contar con programas de internacionalización en el sistema boliviano. Remarca que los índices de “exportación” de estudiantes todavía es ínfimo, pero contrasta con la necesidad de integrar a universitarios provenientes de otras regiones.

“Uno de los principales beneficios de lo procesos de internacionalización educativa es el factor de la integración, que es capaz de superar los márgenes ideológicos de una determinada universidad, ya que, al ser receptora de estudiantes extranjeros, quienes llegan pueden seguir una línea de pensamiento distinta a la que caracteriza a la institución anfitriona”, afirma.

Shoaie sostiene que hay todo un universo de alternativas que se pueden aprovechar para crear programas internacionales de educación y modelos de movilidad estudiantil y docente, que son “trenes que ya están en marcha y que tenemos que identificarlos y subirnos”.

Internacionalización y educación continua

Por su parte, Luz Vanzulli directora ejecutiva Latam Sur, vicerrectoría de educación continua del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Tec Monterrey) indica que los cursos de formación continua resumen experiencias e intereses comunes que buscan atender necesidades puntuales de un grupo específico de estudiantes.

“Al asegurar el factor de internacionalización dentro de los programas de formación continua y educación a lo largo de la vida, se pueden trascender las barreras geográficas, procurando el enriquecimiento del intercambio cultural que implica contar con aulas diversas en género, edades y, por supuesto, nacionalidades.

Por: Manuel Filomeno