¿Por qué se debe garantizar el bienestar de los animales de consumo humano?

En el mundo, cada 16 minutos, se sacrifican 9.284 reses, 19.524 pavos, 33.342 ovejas y cabras, 42.218 cerdos, 105.000 patos, 2,3 millones de pollos y una cantidad incalculable de peces que solo se mide por toneladas.

Estas cifras, reveladas en el documental «Ganadería industrial, bienestar animal y el futuro de la agricultura moderna» de DW Documental, arrojan una dura realidad sobre la escala del sufrimiento animal que se oculta tras la industria cárnica para consumo humano.

“Detrás de los datos de la industria de carne se esconde una realidad dolorosa”, afirma la abogada Paola Romero Reynolds, activista de los derechos de los animales, para quien el consumidor, al comprar carne en su centro de abasto preferido y consumirla en casa o en un restaurante, desconoce el sufrimiento que padecen millones de animales.

Para el ingeniero Carlos Vargas, experto en sanidad animal, el bienestar de los animales de consumo está directamente relacionado con la calidad de los productos cárnicos que diariamente consumimos y que las buenas prácticas de crianza y faenado contribuyen a la seguridad alimentaria.

“Los animales que son tratados con cuidado y mantenidos en buenas condiciones tienden a ser más saludables, lo que reduce el riesgo de enfermedades y contaminantes en los productos alimentarios. El estrés y el maltrato pueden llevar a la liberación de hormonas y toxinas que pueden afectar la calidad de la carne y otros productos”, puntualiza.

Garantizar el bienestar animal en la producción de alimentos no sólo es un imperativo ético, sino que también tiene importantes implicaciones para la calidad y seguridad alimentaria, la salud pública, la sostenibilidad ambiental y el éxito económico de las empresas en el mercado actual.

Equilibrio entre bienestar animal y consumo

¿Es posible lograr un equilibrio entre el bienestar animal y el consumo humano? Según Romero esta posibilidad es “inalcanzable” mientras la sociedad continúe ignorando el entorno de la producción cárnica.

“No puede existir un equilibrio entre el bienestar animal y el consumo humano, mientras la sociedad no quiera ver la realidad, porque preferimos taparnos los ojos antes que aceptar que somos parte de una triste verdad. Tanto las autoridades como la población debemos asumir la responsabilidad por el sufrimiento y dolor que padecen los animales no humanos de consumo día a día para poder satisfacer nuestra hambre, por lo que es urgente legislar los derechos y el bienestar de estos animales”, indica.

En tanto, para Cecilia Chacón, docente de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, el bienestar animal no se contrapone al interés humano de empleo o consumo, al contrario, se complementan.

“Las buenas condiciones de bienestar de los animales exigen que se prevengan enfermedades mediante cuidado veterinario adecuado; que se les alimente, traslade y sacrifique de manera compasiva, evitando estrés y sufrimiento innecesario. En ese sentido las normas de bienestar animal al promover óptimas condiciones en la vida y sacrificio de los animales garantizan un mejor producto cárnico para consumo humano”, puntualiza.

¿Qué es el bienestar animal?

Según la académica, bienestar animal se refiere al buen estado físico y mental que debe tener un animal en sus condiciones de vida y muerte, y a las prácticas de tratamiento ético en las actividades humanas con animales.

“Cinco condiciones caracterizan a este estado de los animales: estar libres de hambre, de sed y desnutrición; libres de temor y angustia; libres de molestias físicas y térmicas; libres de dolor, tensión y enfermedad y libres de manifestar un comportamiento natural”, agrega.

Romero, por su parte, precisa que el bienestar animal es el estado holístico y dinámico de un animal, en relación con su capacidad de interactuar armoniosamente con su entorno y expresarse de manera natural, además de contar con salud y funcionamiento fisiológico adecuado.

“Es fundamental que los animales de consumo humano se encuentren en un estado de condiciones óptimas que favorezcan su salud, bienestar emocional, expresión de comportamientos naturales y en el que se respeten sus derechos inherentes, resultando en productos de alta calidad y cumpliendo con estándares éticos y reglamentario”, dice la joven activista.

Normas que garantizan esta situación de bienestar

Si bien se ha desarrollado bastante normativa de carácter general y otra más específica en relación a esta problemática, en la práctica, existen serios vacíos normativos relativos a la crianza, traslado y sacrificio, que no son supervisados adecuadamente por las instancias nacionales como el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria (Senasag) o los municipios que son responsables de los centros de faenado o mataderos.

“Por ejemplo, a nivel internacional existe el código sanitario para animales terrestres o el manual de Buenas Prácticas para la Industria de la Carne; así como normas de inocuidad alimentaria que consideran bienestar animal como aspecto fundamental para el transporte y comercialización de carne entre países”, dice Cecilia Chacón.

Dentro del marco jurídico nacional que regula el bienestar animal se encuentra la Constitución Política del Estado que establece que las personas y seres vivos tienen derecho a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado. La ley del Medio Ambiente, también, determina que es deber del Estado y la sociedad garantizar el derecho que tiene toda persona y ser viviente a disfrutar de un ambiente sano y agradable en el desarrollo y ejercicio de sus actividades.

La Ley para la Defensa de los Animales contra Actos de Crueldad y Maltrato (N° 700) asigna la calidad de sujetos de protección a los animales no humanos y el derecho a ser reconocidos como seres vivos, a un ambiente saludable y protegido.

“Bolivia cuenta con vasta normativa que pretende garantizar los derechos de los animales no humanos, en general, pero no logra una correcta aplicación de dichos preceptos jurídicos, por lo que, muy poco se ha hecho por legislar y regular el bienestar de los animales no humanos de consumo”, reflexiona Paola Romero.

En medio de estas duras estadísticas sobre el sufrimiento animal, más personas despiertan a la compasión y la conciencia sobre las consecuencias éticas y ambientales de sus elecciones alimentarias y surge un movimiento creciente hacia prácticas más éticas en la crianza y el sacrificio de animales.

Desde iniciativas locales hasta cambios en la legislación internacional, hay un impulso palpable hacia una relación más compasiva con los animales. La integración de buenas prácticas en el cuidado y manejo de los animales no solo es una obligación moral, sino una estrategia efectiva para mejorar la industria cárnica y proteger la salud de los consumidores.

“Al educarnos, tomar decisiones informadas y abogar por cambios significativos, podemos contribuir a crear un futuro donde los animales sean tratados con respeto y dignidad. Detrás de cada pedazo de carne en nuestro plato hay una vida que merece consideración y compasión. Nuestras elecciones alimentarias tienen el poder de dar forma a un mundo más ético y compasivo para todas las criaturas que lo habitan. Porque los animales no son ‘eso’, sino ‘ellos’”, concluye la activista.