El Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef) presentará el catálogo “Gregorio Cordero Miranda. Memorias del Pasado”, que rescata y pone en valor el legado de uno de los arqueólogos más importantes de Bolivia.
“Este libro no solo rinde homenaje a su trayectoria, sino que también constituye un testimonio fundamental para la historia arqueológica del país”, refiere un reporte de prensa del Musef.
La presentación del catálogo será el miércoles 19 de febrero a las 18h30, en el auditorio del Musef, y contará con la participación de especialistas en arqueología, familiares del homenajeado y representantes de la institución.
Gracias a la donación de su familia y al esfuerzo del Musef, esta invaluable colección de escritos, fotografías y dibujos está disponible para investigadores y el público en general.
La obra permite una mejor comprensión de la historia de la arqueología en Bolivia y reivindica el papel clave de Cordero Miranda en el estudio y preservación del patrimonio cultural del país.
El libro documenta la trayectoria de Cordero a través de más de 3.300 documentos, entre manuscritos, informes de excavación, dibujos y fotografías, reconstruyendo su impacto en la arqueología boliviana.
Su trabajo en sitios emblemáticos como Tiwanaku, Pucarani, Iskanhuaya y Chiripa es analizado en profundidad, resaltando sus contribuciones metodológicas y visuales.
El archivo personal donado al repositorio contiene más de 1.800 fotografías y negativos, además de más de 300 dibujos y planos de sitios arqueológicos.
Estos documentos, preservados con rigor, permiten al lector viajar en el tiempo y conocer de primera mano las expediciones arqueológicas de mediados del siglo XX, así como los desafíos que enfrentaban los investigadores de la época.
La tradición fotográfica de la familia Cordero comenzó con Julio Cordero Castillo, nacido en Pucarani, y fue continuada por su hijo Julio Cordero Ordoñez y su nieto Julio Cordero Benavides.
En 1922, nació Gregorio Cordero Miranda, hijo de Julio Cordero Castillo y Mercedes Miranda, quien fusionó su pasión por la fotografía con la arqueología, documentando meticulosamente el patrimonio cultural de Bolivia.
Su capacidad para el dibujo y la fotografía le permitió registrar con una precisión inigualable estructuras, cerámicas y otros vestigios, en una época en la que la tecnología digital aún no existía.