La transgresora China Morena va a Nueva York y Londres

Foto: Carlos Sánchez

Las chinas morenas fueron una sensación en las décadas del 60 y 70. Su vivencia es una reivindicación que interesa en capitales extranjeras.

Para ser china morena había que ser muy valiente, audaz y transgresora en los años que van entre 1960 y los resabios de 1980. Y más aún había que tener agallas para salir a la calle y dar rienda a la alegría.

La historia transgresora de la china morena conquista desde el pasado hasta la actualidad. Ahora sus proezas en minifalda se presentan en eventos en Nueva York y Londres.

Chuquimamani va tras el sol

Tiempo atrás, la artista Chuquimamani Condori andaba colectando historias de mujeres transgresoras en el mundo y descubrió una historia particular en Bolivia.

El investigador David Aruquipa, quien es un amante del folklore nacional y activista de los derechos sexuales, había escrito en 2012 el libro La China Morena: memoria histórica travesti. En su obra contó el atrevimiento de un grupo de homosexuales que decidieron irrumpir en las fiestas populares nacionales como bailarinas de minifalda y escote.

Durante el proceso de investigación, Aruquipa recolectó unas 300 fotografías en las cuales se observa a chinas morenas en diferentes escenarios. Ahí está por ejemplo Ofelia cubriendo su rostro con una máscara y llevando cierta elegancia en la ejecución de su danza; Barbarella luce más desenfrenada, con trajes de colores chillones y escotes atrevidos.

David se ocupó varios años de rescatar estas historias del olvido y su libro fue un éxito que agotó sus ventas.

Y, cuatro años atrás, conoció a la artista estadounidense con antepasados bolivianos. Cuenta: “Chuquimamani llegó acá a Bolivia y empezó a rebuscar la historia de las chinas morenas y de Dana Galán, que yo soy, y cuando me conoció me dijo: ‘Me encantaría utilizar las fotos de las chinas morenas vestidas de amarillo’. Ella las veía como una apología al sol, al renacer y a la vida”.

Chuquimamani colocó las piezas en su libro Amarupachankiri y las nombró: “Las mariposas danzantes del siglo XX”. La obra se publicó en 2020 y llegó a presentarse incluso en Londres.

Londres y Nueva York

Desde la capital del Reino Unido se pusieron en contacto con Aruquipa y le informaron que estaban interesados en hacer una exposición de las chinas morenas. Me dijeron: “Nos parece brutal que Bolivia, que América Latina, hubiese generado un proceso de revolución y visibilidad pública de la diversidad sexual en esta época que coincide con Stonewall y la revolución sexual. Entonces no había una relación tan fluida como ahora por los medios virtuales. Nadie sabía nada y todos estaban emergiendo y haciendo paralelamente estas acciones de reivindicación”.

La historia de Stonewall está grabada a fuego en la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual). Stonewall era un pub newyorquino en el cual se reunían personas de diferentes identidades sexuales. Hasta ese lugar llegó la Policía y ejerció una brutal represión la madrugada del 28 de junio de 1969. Las jornadas de protesta posteriores marcaron una época de reivindicación.

Esta manifestación tuvo repercusión mundial, pero no fue la única en el mundo, como la reivindicación boliviana con sus características y su ritmo que sigue los sones de la morenada.

Al hablar con los londinenses, Aruquipa les planteó hablar de revolución sexual en Bolivia teniendo como referencia a las chinas morenas. Después de todo, ellas posibilitaron que el cuerpo femenino sea visto públicamente en las fiestas populares.

En Londres quedaron encandilados con la propuesta. “Estoy yendo a Londres, a Auto Italia, a presentar 42 fotografías originales de la china morena. Llevo una performance con música, trajes y danza para contar sus historias”, refiere el hombre que suele bailar en los Waphuri Galán.

No estará solo. En la intervención artística lo acompañará Luis, un boliviano transformista que vive en Londres. La fecha de esta exposición está prevista del 7 al 23 de abril y los primeros días estará presente David.

Antes de estar en Londres, la historia de la china morena se presentará en Nueva York. El Museo de Arte Contemporáneo también quedó encandilado con el trabajo de Choquemamani y contactó a Aruquipa para invitarlo a un simposio que se realizará el 17 de marzo. Parte de la misiva que le llegó al investigador indica: “Creemos en la necesidad de cultivar lazos entre pensadores radicados en Norte América y el Sur, con el fin de crear nuevas centralidades y discusiones”.

Este evento está previsto para realizarse en un día. Se prevé la presencia de Aruquipa en el simposio. “Esta exposición que va a ser del 17 de marzo cae muy bien porque es como una antesala a lo que va a ser la muestra en Londres”, explica.

El precio de un beso

Las imágenes que conserva Aruquipa, y a las que accedió Página Siete, muestran el mundo folklórico desde las chinas morenas. Se trata de un ambiente difícil, pues aunque eran coqueteadas en las fiestas populares, ellas sufrieron el abuso policial. Uno de los personajes relevantes de esta época es Barbarella.

Eso sí, una de las pioneras de las chinas morenas era Ofelia. Ella salía a bailar en el Carnaval de Oruro y conservaba cierto decoro en su traje y en su danza, hasta que llegó Barbarella. “Era terrible, sin miedo a nadie, tenía una posición económica fuerte y cuando agarró a su personaje lo transformó en un personaje transgresor total. Tenía pelucas amarillas, rojas, rosadas. Llevaba el cabello largo y tenía los escotes mucho más protuberantes”.

Barbarella era vedette y ofrecía espectáculos nocturnos en los cuales solía lucirse. Su primer reinado lo ejerció en las inmediaciones de la calle Linares, en la ciudad de La Paz. Luego fue a Santa Cruz de la Sierra donde se hizo conocer y pateó el tablero de la moda en la capital cruceña.

Aquellos no eran tiempos fáciles en Bolivia para la libertad sexual pues reinaba la dictadura. Hugo Banzer Suárez pasó a la historia por hacer respetar su palabra con el poder de la fuerza, hasta que conoció a Barbarella.

Aruquipa recuerda ese encuentro. Fue en 1974, cuando el general decidió darse un baño de pueblo en una entrada folklórica. Ahí estaba ella, quien lo vio y acudió a él. Subió con sus altos tacones las graderías y dio un beso al presidente dictador. “Imagínate, le da el beso y se ríe la gente de alrededor; entonces ahí es ésa la dimensión, de ese desmontaje que le hacía al ser militar, al macho”, dice el investigador.

La historia de Barbarella, Ofelia y de otras chinas morenas sigue danzando en el mundo. Ahora va a Londres y a Nueva York.

Por: Página Siete